Actualización de las Misiones: Venezuela

El Padre Javier Alvarez Lodeiro, Superior de la misión Oblata en Venezuela, cuenta las tensiones y las dificultades que nuestros Oblatos allí enfrentan cada día.
Espera y desaliento. Estas dos palabras podrían definir la situación en Venezuela, dado el rápido empeoramiento de la situación. En menos de un año estamos viviendo una enorme crisis, ya prevista, pero ahora presente en todos los hogares.
La comida es escasa. Es difícil encontrar alguno, y encima los precios son desorbitados. En 2012 el kilo de Cachama (pez de río) costaba 20 bolívares. En 2014 llegaba a 200. A fines de 2015 iba a 800. Hoy este producto típico de mi zona cuesta 2.000 bolívares el kilo. Si consideramos que el salario mínimo es de 15.000 bolívares, uno bien puede imaginarse la situación.
Además, faltan medicamentos para las enfermedades más comunes, por no hablar de los casos más graves. Las enfermedades empeoran debido a la falta de medicamentos. Todo se está poniendo difícil. Y lo peor está por venir.
El saqueo es un presagio del colapso social que, gracias a Dios, por ahora no ha mostrado mucho su rostro. En algunos lugares ha habido saqueos y enfrentamientos con militares. Los medios de comunicación no lo informan, pero los compañeros sacerdotes hablan de muchas muertes. Detuvieron a más de 400 personas, hacinadas durante días en un galpón, sin agua ni baño.
Nuestras comunidades se encuentran en diferentes áreas. En Santa Bárbara vivimos en un pueblo rural y eso resuelve en parte el problema de la alimentación, gracias al estar en el campo. San Cristóbal está cerca de lugares donde hay huertas, y de esas, por lo general, se puede sacar algo. La situación de la comunidad de Catia es más grave, carecen de alimentos y agua y no tienen acceso a las fuentes de producción. Además, el nivel de delincuencia es mayor en las zonas cercanas a Caracas, considerada una de las ciudades más violentas del mundo.
Los oblatos se comprometen a estar con este pueblo, ayudándoles a superar el desánimo general y ofreciéndoles esperanza y fe en el Señor que camina con su pueblo. Todavía no estamos en una situación grave, aunque sufrimos con los más necesitados, víctimas de una gran escasez de alimentos. Pero la sombra de una explosión social que tendría consecuencias imprevisibles ya está en el horizonte. Lo que suceda a continuación será clave para solucionar la larga agonía del país.

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