Novena de Navidad • Quinta Estación
María y José parten de Nazaret
Antífonas O
Oh Clavis David, et sceptrum domus Israel,
qui aperis, et nemo claudit; claudis, et nemo aperuit:
Veni, et educ vinctum de domo carceris,
sedentem in tenebris, et umbra mortis.
Oh Llave de David, y cetro de la casa de Israel,
el que abre, y nadie cierra; tú cerraste, y nadie abrió:
Ven a liberar al prisionero de la prisión.
sentado en tinieblas y en la sombra de la muerte.
Hugo van der Goes, Tríptico Portinari, 1475, Galería Uffizi, Florencia
Lucas 2:1-5
En aquellos días el emperador Augusto promulgó un decreto ordenando que se hiciera el censo de los habitantes del imperio. Este censo fue el primero que se hizo durante el mandato de Quirino, gobernador de Siria. Todos iban a inscribirse a su ciudad de origen.
También José, por ser de la descendencia y familia de David, subió desde Galilea, desde la ciudad de Nazaret, a Judea, a la ciudad de David que se llama Belén para inscribirse con María, su esposa, que estaba encinta.
"Estar listo para la Navidad" por Ron Rolheiser, OMI
Muchos de nosotros llegamos a la Navidad cansados, corriendo, distraídos, y ya fatigados con las luces, canciones y celebraciones de Navidad. El Adviento está destinado a ser un tiempo de preparación para la Navidad; sin embargo para muchos de nosotros no es exactamente un tiempo para el tipo de preparación que permite a Cristo nacer más profundamente en nuestras vidas. En su lugar, nuestra preparación para la Navidad es sobre todo un momento de estar listos para celebrar con nuestras familias, amigos y colegas. Los días previos a la Navidad son raramente serenos. En su lugar nos encontramos acosados y apresurados colocando adornos, comprando regalos, enviando cartas, preparando la comida, y asistiendo a eventos sociales de Navidad. Además, cuando llega la Navidad, ya estamos cansados de los villancicos, de haberlos escuchado, sin parar, durante semanas en nuestros centros comerciales, restaurantes, plazas públicas, y en nuestras estaciones de radio.
Y así, la Navidad, en sí, por lo general nos encuentra más en un espacio presionado y cansado que en uno de descanso y reposo. De hecho a veces la temporada de Navidad es más una prueba de resistencia que un momento de un disfrutar auténtico. Por otra parte, y más en serio, si somos honestos con nosotros mismos, tenemos que admitir que en nuestra preparación para la Navidad, de hecho, hacemos muy poco espacio para lo espiritual, para que Cristo nazca más profundamente en nuestras vidas. Nuestro tiempo de preparación es por lo general más un tiempo para preparar nuestras casas que un tiempo para preparar nuestras almas, más un tiempo de compras que de oración, y más un momento de festejar que un tiempo de ayuno como preparación para un banquete. Hoy el advenimiento es quizás más acerca celebrar por anticipado la Navidad que de preparación para ésta.
Y el resultado final es que, al igual que los mesoneros bíblicos quienes no tenían espacio para María y José en la primera Navidad, nosotros por lo general llegamos a la Navidad "sin lugar en el mesón", no hay espacio en nuestras vidas para un renacimiento espiritual. Nuestros corazones son buenos, queremos que la Navidad nos renueve espiritualmente, sin embargo nuestras vidas están demasiado presionadas, demasiado llenas de actividad y cansancio, como para que nosotros tengamos algo de energía real para hacer de la Navidad un tiempo especial de renovación espiritual para nosotros mismos. El espíritu de la Navidad se encuentra todavía en nosotros, de verdad, sin embargo yace como un bebé en la paja desatendido a la espera de ser cargado. Y tenemos la intención de cargar al bebé, pero simplemente nunca llegamos a hacerlo.
Entonces, ¿Qué tan mal estamos?
Ahora, mientras esto nos debe desafiar a echarnos un vistazo a nosotros mismos, no es tan malo como muchos críticos religiosos lo hacen ver. Llegar a la Navidad con una vida demasiado ocupada y demasiado distraída como para hacer más espacio para Cristo no nos hace malas personas. Esto no quiere decir que somos unos paganos sin sentido. Y eso no quiere decir que Cristo ha muerto en nuestras vidas. Nosotros no somos malos, infieles, y paganos porque tenemos la costumbre de llegar a Navidad demasiado distraídos, demasiado ocupados, demasiado presionados, y demasiado cansados para hacer un gran esfuerzo consciente para hacer de esta fiesta un tiempo de renovación espiritual en nuestras vidas. Nuestro letargo espiritual simplemente nos define como más humanos que angelicales, más terrenales que platónicos, y como más sensuales que espirituales. Sospecho que Dios entiende plenamente esta condición.
De hecho, todo el mundo lucha con esto de alguna manera. Nadie es perfecto; nadie le da todo su lugar a Cristo en su vida, incluso en Navidad. Esto nos debe traer un poco de consuelo. Sin embargo también nos debe dejar con un desafío apremiante: ¡Hay muy poco espacio para Cristo en nuestras distraídas y ocupadas vidas! Tenemos que trabajar en despejar algo de espacio para Cristo, en hacer la Navidad un tiempo de refrigerio espiritual y de renovación en nuestras vidas.
¿Cómo lo hacemos?
En los días previos a la Navidad, muchos de nosotros luchamos para hacer todas las cosas que tenemos que hacer para estar listos para todo lo que tiene que suceder en nuestras casas, iglesias y lugares de trabajo. Tenemos que ir de compras de regalos, enviar tarjetas, poner las luces y decoraciones, planificar menús, comprar alimentos, asistir a un buen número de eventos sociales de Navidad en el trabajo, en la iglesia, en casa de amigos. Esto, sumado a las presiones normales en nuestras vidas, no pocas veces nos deja con la sensación: ¡No la voy a hacer! ¡No voy a estar listo! ¡No voy a estar listo para la Navidad! Eso es un sentimiento común.
Sin embargo estar listo para la Navidad, conseguir hacer todo lo que tenemos que hacer a tiempo, hacerla, no depende de conseguir que en nuestra lista de tareas pendientes este todo perfectamente controlado: regalos, hecho; tarjetas, hechas; decoraciones, hechas; alimentos, listos; el número necesario de obligaciones sociales, completadas. Incluso si se logró hacer solo la mitad de esa lista, si usted se encuentra en la iglesia en Navidad, si usted se encuentra en la mesa con su familia el día de Navidad, y si usted se encuentra saludando a sus vecinos y compañeros de trabajo con un poco más de calor, entonces no importa si estás distraído, cansado, sobre-alimentado, y sin pensar explícitamente sobre Jesús, ¡usted lo hizo!
Padre Ron Rolheiser, OMI es un conferenciante y autor de renombre mundial, además de profesor y ex presidente de Escuela Oblata de Teología de San Antonio.
Para recibir las estaciones restantes de esta Novena de Navidad por correo electrónico, haga clic aquí para suscribirse.
Durante este tiempo de reflexión y de Adviento, pensemos en Nuestro Salvador, que vino a ayudar a los pobres y a los más abandonados. Por este motivo, considere ayudar a los Misioneros Oblatos a cuidar de ellos.