Novena de Navidad • Primera Estación

Visita del Ángel a María

Antífonas O

Veni, Veni, Emmanuel
captivum resolver Israel,
qui gemit in exsilio,
privatus Dei Filio.

Oh, ven, oh, ven, Emanuel
Libra al cautivo Israel
Que sufre desterrado aquí
En la espera del hijo de Dios.

Giorgio Vasari, The Annunciation, 1564-1567, The Louvre Museum, Paris
Giorgio Vasari, La Anunciación, 1564-1567, Museo del Louvre, París

Giorgio Vasari, La Anunciación, 1564-1567, Museo del Louvre, París


Lucas 1:26-38

Al sexto mes, envió Dios al ángel Gabriel a una ciudad de Galilea llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la descendencia de David; el nombre de la virgen era María.

El ángel entro donde estaba María y le dijo: “Dios te salve, llena de gracia el Señor está contigo”. Al oír estas palabras. Ella quedó desconcertada y preguntaba qué significaba tal saludo.

El ángel le dijo: “No temas, María, pues Dios te ha concedido su favor. Concebirás y darás a luz un hijo, al que pondrás por el nombre Jesús. El será grande, será llamado Hijo del Altísimo; el Señor Dios le dará el trono de David, su padre reinará sobra la decendencia de Jacob por siempre y su reino no tendría fin”.

María dijo al Engel: “¿Como será esto, pues no tengo relaciones con ningún hombre”?

El ángel le contestó: “El Espíritu Santo vendrá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso, el que va a nacer será santo y se llamará Hijo de Dios. Mira, tu pariente Isabel también ha concebido un hijo en su vejez, y ya está de seis meses le que todos tenían por estéril; porque para Dios nada es imposible”.

María dijo: “Aquí está la esclava del Señor, que me suceda como tú dices”. Y el ángel le dejo.


“Nacimiento Virginal” por Ron Rolheiser, OMI

La tradición cristiana siempre ha enfatizado que Jesús nació de una virgen. El Mesías solo podía salir del vientre de una virgen. La razón principal de este énfasis, por supuesto, es resaltar que Jesús no tuvo un padre humano y que su concepción fue del Espíritu Santo.

Sin embargo, a menudo también hay un énfasis secundario, menos fundado en las Escrituras. Demasiado común dentro de esa noción es la idea de que Jesús nació de una virgen porque de alguna manera la sexualidad es impura, que es demasiado baja y terrenal para tener una conexión con un evento tan sagrado. Lo sagrado debe mantenerse separado de lo que es bajo. Jesús no solo nació de una virgen porque no tuvo un padre humano; también nació de una virgen porque su nacimiento exigía una pureza que, por definición, excluye el sexo. Nuestro concepto del nacimiento virginal ha sido infiltrado por una piedad que, por todo tipo de razones, no puede otorgar sexualidad a lo sagrado.

¿Qué tiene de malo esto? Más allá de denigrar la bondad de la sexualidad otorgada por Dios, pasa por alto uno de los aspectos principales de la revelación dentro del nacimiento virginal. Hay un desafío moral dentro del nacimiento virginal, algo que invita a la imitación más que a la admiración.

La tradición cristiana enfatiza un nacimiento virginal (al igual que enfatiza un entierro virginal, una tumba virgen paralela al vientre virgen) no porque juzgue que la sexualidad es demasiado impura y terrenal para producir algo sagrado. Más bien, más allá de querer enfatizar que Jesús no tuvo un padre humano, la tradición cristiana quiere enfatizar qué tipo de corazón y alma se necesita para crear el espacio donde algo divino pueda nacer. Lo que está en juego no es el celibato en lugar del sexo, sino la paciencia en lugar de la impaciencia, la reverencia en lugar de la irreverencia, el respeto en lugar de la falta de respeto, y aceptar vivir en tensión en lugar de capitular y compensar ante el deseo no correspondido. El corazón de una virgen deja que el amor se desarrolle según sus propios dictados en lugar de manipularlo. El corazón de una virgen permite que el regalo sea regalo en lugar de violarlo de alguna manera, aunque sea sutilmente. El corazón de una virgen acepta el dolor de la inconsumación en lugar de acostarse con la novia antes de la boda. Eso, al fin y al cabo, es lo que constituye el espacio virginal, el espacio dentro del cual Dios puede nacer.

Hace treinta años, tratando de expresar esto, escribí un poema titulado Nacimiento virginal. Hoy me sonrojo al idealismo juvenil de ese poema; más, en mis mejores días, tomo el consejo del joven que escribió estas líneas:

Nacimiento Virginal
Solo los vientres de las vírgenes dan a luz mesías porque solo ellos viven en adviento
esperando un novio que se demora
tarde, irremediablemente más allá de la hora undécima.
Todavía el vientre de la virgen espera
Rechazando todos los amantes falsificados y la impaciencia
que exigen carne sobre carne y
Reino divino en términos humanos.


Mesías sólo nacen
en el espacio de la virginidad
dentro de la paciencia de la virginidad
que deja que Dios sea Dios y
el amor sea un regalo.

¿Por qué el vientre de una virgen para el nacimiento de un Mesías? ¿Por qué una obsesión por la pureza dentro de la tradición cristiana? Porque, como todos sabemos muy bien, nuestras vidas están llenas de casi todo lo que no es virginal o puro: impaciencia, falta de respeto, irreverencia, manipulación, cinismo, grandiosidad; y, como todos sabemos también, dentro de esta matriz no puede gestarse ningún mesías.


Padre Ron Rolheiser, OMI es un conferenciante y autor de renombre mundial, además de profesor y ex presidente de Escuela Oblata de Teología de San Antonio.


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