Mi historia de vocación: p. Joe Ferraioli, OMI

Actualmente el Padre Joe Ferraioli, O.M.I. es Capellán de la Comunidad Viva Benedictina ubicada en el Santuario Nacional de Nuestra Señora de las Nieves. Aquí nos comparte la reflexión sobre su vocación como Misionero Oblato.

Creo que la historia de mi vocación podría verse como de inicios e interrupciones.

Mientras transcurría mi vida de niño en Tewksbury, Massachusetts nuestra familia vivía en la parroquia Oblata de San Guillermo. Los sacerdotes Oblatos me enseñaron a acolitar en la Misa e interactuaron conmigo como niño y adolescente.

El P. Michael Devaney, O.M.I. en particular invitó a algunos de los niños a una semana de Taller en el seminario menor de los Oblatos en Newburgh, Nueva York. Ese fue mi primer inicio, conocí a los escolásticos Oblatos y aprendí más sobre la orden misionera.

Al asistir a la escuela primaria del Sagrado Corazón y a la Preparatoria San José en Lowell, Massachusetts estuve en dos lugares más donde trabajaban los Oblatos: la iglesia del Sagrado Corazón y la iglesia bautista San Jenene, justo al cruzar la calle de mi preparatoria.

Todos los sacerdotes que conocí llevaban sotana y una cruz. Pensaba que todos los sacerdotes eran Oblatos, así que de forma natural, al considerar el sacerdocio, sería como Oblato.

Mi segundo comienzo fueron los dos años que pasé en el seminario menor en Newburgh antes de ir al Noviciado Oblato en Godfrey, Illinois, donde tuve mi primera interrupción. Mientras miraba el río Mississippi a mediados de enero de mi año de Noviciado sentí que no era para mi y que el mundo exterior me esperaba.

Decidí salir y dejarme llevar por la vida, pero después de ir a casa, conseguir un empleo y preguntarme acerca de mi futuro de forma más madura, reconsideré el sacerdocio y pedí ser admitido de nuevo en el Noviciado. Fui aprobado y debí comenzar nuevamente el año, completándolo esta vez.

Los años que pasé en el escolasticado en Washington, D.C. fueron un reto para mí respecto a lo académico, aunque me encantaba el ministerio que hacía en el verano, confirmando que esto era lo que deseaba en la vida.

La ordenación llegó en 1977 y por 25 años fui un sacerdote razonablemente feliz, trabajando en varios lugares. En 2002, al acercarse el 25 aniversario de mi ordenación me llegó una crisis de mediana edad, en la que me sentí desorientado y confuso. Solicité y recibí permiso para salir cerca de año y medio, en la que fue mi segunda interrupción. Ese período me dio la oportunidad de solucionar algunos problemas en mi vida, redireccionándome de nuevo al ministerio.

Mi comienzo final fue al volver al ministerio y vida como Oblato en 2004. Ahora, algunos años después, todo se ha estabilizado por completo. A través de todo, el amor de Dios por mi se ha manifestado y Su guía me ha ayudado en todos los comienzos e interrupciones. Para mi la siguiente interrupción será el Día del Juicio y tengo la intención de seguir avanzando hasta ese día a través de la vida que ha dado completo sentido a mi existencia.

Algo es seguro, Dios le llama y le dará Su apoyo en todo lo que suceda. Alabados sean Jesucristo y María Inmaculada por estar a mi lado.