Nobody Should Ever Die Without Being Loved

A few years ago Fr. Vincenzo Bordo, O.M.I. was visiting his beloved homeless friends on the streets of Seongnam, South Korea. A man approached him with an unusual request.

The man didn’t ask Fr. Vincenzo for some food or clothes. Instead, he asked the priest for his business card. The man explained that he had no family or friends, and wanted Fr. Vincenzo’s business card in case something ever happened to him.

Recently, Fr. Vincenzo received a call from the police. They had discovered a homeless man frozen to death. There was no way to identify the man. He had no possessions, except for Fr. Vincenzo’s business card in his pocket.

“I went to the hospital and checked my friend’s face at the body archives. Yes, this was someone I knew,” said Fr. Vincenzo. “I gave a prayer for my friend who was part of our family. There was nobody else. My heart hurt so much that tears kept flowing from my eyes.”

Devastated that someone would die alone, Fr. Vincenzo vowed that any future unknown homeless people would be buried with love and dignity. So he told the police to contact him and his staff at Anna’s House whenever someone dies alone.

“Now if an unknown homeless person dies in Seongnam, I along with my staff go and have a funeral for this person,” said Fr. Vincenzo. “Our homeless friends live hard lives and when they die they are often alone with nobody there to love them. They are filled with pain and loneliness. Nobody should ever die without being loved.”

Providing funerals for the forgotten is just part of an extensive homeless ministry that Fr. Vincenzo has overseen in Korea for the past 28 years.

When he arrived in Korea as a young priest from Italy, Fr. Vincenzo was surprised to see the urban poor living in shantytowns on the outskirts of Seoul. So he created Anna’s House, a soup kitchen to provide food to those living on the streets.

Over time, Anna’s House has grown to become the largest agency in Korea helping the homeless. Every day more than 550 meals are distributed to the poorest of the poor. Anna’s House also includes a shelter for runaway teenagers.

“We do not see the people who come to Anna’s House as poor people, we see them as human beings,” said Fr. Vincenzo. “We call them family and we tell them ‘I love you.’”

When the Covid-19 pandemic began, the dining facilities at Anna’s House had to be closed. So Fr. Vincenzo and his team began to distribute hundreds of lunch boxes every day to people living on the streets, along with face masks and other safety equipment.

Covid-19 is just the latest roadblock placed before Fr. Vincenzo and his fellow missionaries. But they are undeterred, knowing they have an army of volunteers and supporters from around the world committed to their ministry.

‘I spend many sleepless nights trying to figure out what we can do and how to do it,” said Fr. Vincenzo. “So I ask for your prayers. We cannot abandon and turn our backs on these poor brothers and sisters in times of their greatest need.”

In both life and death.

Nadie Debería Morir sin Ser Amado

Hace algunos años el P. Vincenzo Bordo, O.M.I. visitaba a sus queridos amigos sin hogar en las calles de Seongnam, Corea del Sur, cuando se le acercó un hombre y le pidió algo inusual.

El hombre no le pidió al P. Vincenzo comida ni ropa, sino su tarjeta de presentación, explicándole no tener familia ni amigos, y le pedía su tarjeta en caso de que le ocurriera algo.

Hace poco el P. Vincenzo recibió una llamada de la policía informándole que habían encontrado un hombre sin hogar que había muerto congelado; no había forma de identificarlo pues no tenía posesiones, excepto la tarjeta del P. Vincenzo en su bolsillo.

“Fui al hospital y busqué la cara de mi amigo en los archivos de los cuerpos y sí, se trataba de alguien a quien conocía,” dijo el P. Vincenzo. “Dije una oración por mi amigo, que era parte de nuestra familia. No había nadie más. Sentí mucho dolor en mi corazón y comencé a llorar.”

Desolado porque alguien muriera solo, el P. Vincenzo prometió que cualquier persona sin hogar sería sepultada con amor y dignidad, por lo que pidió a la policía contactarlo a él y su equipo en la Casa Anna, siempre que alguien falleciera solo.

“Ahora, si una persona desconocida sin hogar fallece en Seongnam, junto con mi equipo, le damos un funeral,” dijo el P. Vincenzo.

“Nuestros amigos sin hogar tienen una vida difícil y a menudo están solos cuando fallecen, sin nadie que los ame; están llenos de dolor y soledad. Nadie debería morir sin ser amado.”

Proporcionar funerales a los olvidados es solo una parte del extenso ministerio a las personas sin hogar que el P. Vincenzo ha supervisado en Corea en los últimos 28 años.

Cuando llegó a Corea, el P. Vincenzo era un joven sacerdote italiano que se sorprendió al ver la vida urbana pobre en los barrios afuera de Seúl, por lo que creó la Casa Anna, un comedor para proporcionar comida a quienes viven en las calles.

Al pasar el tiempo, la Casa Anna ha llegado a ser la mayor agencia en Corea para ayudar a las personas sin hogar. Todos los días se distribuyen más de 550 comidas a los más pobres de los pobres. La Casa Anna incluye también un refugio para los adolescentes que se van de casa.

“En la Casa Anna no vemos a las personas que llegan como pobres, sino como seres humanos”, comentó el P. Vincenzo. “Los llamamos familia y les decimos ‘te quiero.’”

Al inicio de la pandemia de Covid-19, hubo que cerrar el comedor de la Casa Anna, por lo que el P. Vincenzo y su equipo comenzaron a distribuir cientos de almuerzos empacados todos los días a las personas que viven en las calles, además de mascarillas y otro equipo de protección.

El Covid-19 es el obstáculo más reciente encontrado por el P. Vincenzo y sus amigos misioneros, aunque no se intimidan, sabiendo que cuentan con un ejército de voluntarios y gente que les da apoyo en todo el mundo, comprometidos con su ministerio.

“Paso muchas noches sin dormir pensando qué podemos hacer y cómo hacerlo,” dijo el P. Vincenzo, “por lo que pido sus oraciones. No podemos abandonar y dar la espalda a estos pobres hermanos y hermanas en su mayor necesidad.”

Tanto en vida como en la muerte.

February 2021 Oblate World
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