God Will Point the Way
In order to become a Missionary Oblate, a man must be willing to leave home and go wherever God is calling him. For Sipho Mukobola, leaving home to follow God’s calling is not a problem. He’s been doing it since he was 11 years old.
“My parish priest suggested I go to the minor seminary for the eighth grade,” said Sipho. “I was the youngest student there when I arrived, and I stayed from eighth grade to 12th grade.”
Sipho’s formal journey to the priesthood may have started at age 11, but the idea of becoming a priest was with him since first grade.
Sipho was born in a small town in northern Zambia near the Tanzania border. His mom is Catholic and Sipho became an Altar Server at age five. Even at such a young age he had great admiration for the parish priests, especially how they were so close to the people they served.
As a student at the minor seminary, Sipho was faced with a dilemma. He felt a strong calling to the priesthood, but he also felt a strong responsibility to his family. As the oldest child it was expected that he would get a job after 12th grade and help support his brothers and sisters.
Sipho decided to totally surrender his decision about his future to Our Lady. Using the prayers of the Holy Rosary he asked for a sign from God through her intercession on what to do. He asked that she help him achieve the top score of six points as he approached high school graduation. Anything else and he would pursue a professional career. When the time came and the scores were posted, Sipho had indeed achieved the six points he sought.
“When I asked my mom about becoming a priest I thought she would say no,” said Sipho. “But all she said was to be serious about my decision and to not disappoint her.”
So Sipho began to look at different types of religious communities to join. He discovered the Oblates because his mom, who teaches high school, worked with another teacher who had been an Oblate seminarian.
Sipho contacted the Oblates and spent five days at a Come and See program to learn more about the congregation and its ministries. He was hooked, and soon left for the Oblate pre-novitiate program.
After four years at the pre-novitiate Sipho was given the honor of spending his novitiate year in the United States at the Immaculate Heart of Mary Novitiate in Godfrey, Illinois. Sipho arrived in the United States in July. After ten days in quarantine, he and his brother novices
began a year of deeply discerning their calling to life as a Missionary Oblate.
Sipho said there were some minor adjustments he had to make living in the United States. It wasn’t the heat but the humidity in the Midwest that took some getting used too. And eating the main meal in the evening instead of mid-day was also difficult at first.
But for someone who has been making adjustments to his living arrangements since the age of 11, humidity and meal schedules
are minor inconveniences.
“I am ready to minister anywhere in the world,” said Sipho. “And I know that God will point the way.”
Dios Señalará el Camino
Para poder convertirse en Misionero Oblato, el joven debe estar dispuesto a dejar su hogar e ir adonde Dios le llame. Para Sipho Mukobola, dejar su hogar y seguir el llamado de Dios no es problema, pues lo ha hecho desde que tenía 11 años.
“Mi párroco sugirió que fuera al seminario menor para cursar el 8° grado”, dijo Sipho. “Cuando llegué yo era el más joven y me quedé del 8° al 12° grado”.
Aunque el trayecto formal de Sipho al sacerdocio pudo haber comenzado a los 11 años, la idea de ser sacerdote le acompañó desde el primer año de primaria.
Sipho nació en un pequeño pueblo al norte de Zambia, cerca de la frontera con Tanzania. Su mamá es católica y Sipho comenzó como acólito a los 5 años. Incluso a esa edad ya tenía gran admiración por los párrocos, en especial por estar tan cerca de la gente con la que trabajaban.
Al estudiar en el seminario menor Sipho encontró un dilema. Sentía un fuerte llamado al sacerdocio, pero también se sentía responsable de su familia. Se espera que el hijo mayor consiga un trabajo al terminar el 12° grado y ayude a mantener a sus hermanos y hermanas.
Sipho decidió dejar por completo la decisión acerca de su futuro a la Virgen y utilizando las oraciones del Santo Rosario pidió a Dios una señal a través de la intercesión de ella sobre qué hacer. Pidió que ella le ayudara a alcanzar los 6 puntos máximos al acercarse su graduación. Si lograra menos, buscaría una carrera profesional. Cuando llegó el momento y se publicaron las calificaciones, Sipho había logrado los seis puntos que deseaba lograr.
“Cuando le dije a mi mamá que quería ser sacerdote pensé que se negaría”, Sipho, “pero todo lo que dijo fue tomar en serio mi decisión y no decepcionarla”.
Así que Sipho comenzó a buscar diferentes tipos de comunidades religiosas a las que pudiera integrarse y descubrió a los Oblatos, pues su mamá, maestra de preparatoria, trabajaba con otro maestro que había sido seminarista Oblato.
Sipho contactó a los Oblatos y pasó cinco días en el programa Ven y Ve para conocer más a la congregación y sus ministerios. Quedó encantado y pronto salió hacia el programa del prenoviciado.
Después de cuatro años en el prenoviciado Sipho tuvo el honor de estar en su año de noviciado en los Estados Unidos, en el Noviciado Inmaculado Corazón María en Godfrey, Illinois. Sipho llegó a los Estados Unidos en julio y tras diez días de cuarentena, él y sus hermanos novicios comenzaron un año de profundo discernimiento hacia su llamado a ser Misionero Oblato.
Sipho dijo que al vivir en los Estados Unidos tuvo que adaptarse a algunas cosas: como la humedad en el Medio Oeste y que la comida principal sea en la cena y no al medio día, que fue difícil al principio.
Aunque para alguien que ha adaptado su vida desde los 11 años, la humedad y el horario de los alimentos son inconvenientes menores.
“Estoy listo para trabajar en cualquier parte del mundo”, dijo Sipho. “Y sé que Dios señalará el camino”.
P. Louis Studer, O.M.I.
Provincial, Provincia de los Estados Unidos
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