The Adventures of Fr. Julito
When Fr. Julito Dela Cruz, O.M.I. joined the Missionary Oblates, he wanted his life to be an adventure. The Oblates did not disappoint.
Father Julito grew up in the southern part of the Philippines where he knew nothing about the Oblates. One day in high school some Oblate scholastics came to the school to share with the students about religious vocations. For Fr. Julito, their visit was the spark to an adventurous life as a Missionary Oblate priest.
After his pre-novitiate and novitiate studies in the Philippines, Fr. Julito was given the chance of studying in Rome at the Oblates’ International Scholasticate. He returned to the Philippines where he took perpetual vows and was ordained in 2005.
Father Julito’s first assignment was for three years as a parish priest in a rural, mountainous area near Cotabato. The parish had a main church and more than 50 outlying Catholic communities associated with it.
“You would have to walk, use motorbike or even horseback to get to these communities,” said Fr. Julito. “Often we would stay with the
people in their homes.”
Father Julito would try and get to each community a couple of times a year. His stay would be busy because so many sacraments
would have to take place each visit. It was not uncommon to have 50 children baptized in a single day.
Father Julito’s next adventure took him to the remote island of Tabawan where he was the Director at an Oblate school, Notre Dame of Tabawan. It was an assignment that involved taking on some risk.
Tabawan is located in a part of thePhilippines that is overwhelmingly Muslim. Islamist militants have sometimes targeted priests and missionaries in the area. In 2008 Fr. Reynaldo Roda, O.M.I. the then Director at Notre Dame of Tabawan, was abducted and killed by unidentified armed men.
The Oblates began the school in Tabawan in 1963 as a way of helping the people to have access to education and to bridge the divide
between Muslims and Christians. When Fr. Julito was Director, he usually had about 350 students at the school, and only six or
seven would be Christians.
Life on Tabawan had a slower pace which Fr. Julito loved. The people he ministered to were of an ethnic group who lived on houses on
stilts above the water. Father Julito spent six years in Tabawan, three of those years he was the only Oblate at the mission.
“My time in Tabawan was really the peak of my ministry so far. I just loved it there,” said Fr. Julito.
Father Julito’s next assignment was a dramatic change. In Tabawan he would have about 20 people attend Mass on Sunday. At his new assignment as many as 20,000 people could attend Mass on Sunday.
Father Julito was assigned as the Parochial Vicar at Our Lady of Grace Parish in Caloocan City. The parish church holds 2,500 worshippers. There are nine Masses on Sundays.
After a year in the parish, Fr. Julito was appointed Director of the Notre Dame of Greater Manila School. The school has 3,700 students from pre-school through high school, and there are 500 employees.
After three years in the school, Fr. Julito realized he needed to slow down from his hectic ministries. But instead of taking some time for rest, he decided to take part in a two year Oblate Studies program based halfway around the world.
The Kusenberger Chair of Oblate Studies is based at Oblate School of Theology in San Antonio, Texas. The program is dedicated to the study and dissemination of the history, charism, spirituality and mission of the Oblates.
Father Julito spent the first year of the program online because of the Covid-19 pandemic. This year he is in San Antonio for a year to finish the program.
Father Julito is the first Oblate from Asia to take part in the program. Once completed, he will be able to help expand the program in Asia so that it can enrich the lives of Oblates and lay associates in numerous locations.
As he takes part in the Oblate Studies course, Fr. Julito often comes across a simple statement from the Oblate founder, St. Eugene De Mazenod: “Leave nothing undared for the Kingdom of God.”
Father Julito has always taken to heart that commandment to be daring. And he is always looking forward to the next adventure on his Oblate journey.
Las Aventuras del P. Julito
El Padre Steven Montez, O.M.I. inició su vida como sacerdote Misionero Oblato el viernes 17 de septiembre de 2021 y al día siguiente celebró su primera Misa con los Oblatos que están por terminar sus ministerios terrenales.
“Cuando era escolástico me mudé con los sacerdotes mayores por seis meses, mientras construían nuestra nueva casa”, comentó el P. Steven. “Me recibieron y fueron maravillosos; siempre pedían por mi, por lo que tenía sentido que devolviera el favor en mi primera Misa e hiciera lo mismo por ellos”.
Como el sacerdote Misionero Oblato más reciente en los Estados Unidos, el P. Steven sabe que continúa un legado de servicio a los pobres y necesitados que los Oblatos establecieron hace generaciones. Este legado ha sido parte de su vida desde que nació.
El Padre Steven literalmente nació en la familia Oblata, pues fue bautizado por su tío, el P. Manuel Villarreal, O.M.I., sacerdote Oblato. El Padre Steven creció en la Parroquia San Martín de Tours en Kingsville, Texas, que era atendida por los Oblatos. Uno de sus pastores era el P. Jim Foelker, O.M.I., quien estuvo en primera fila en la Misa del P. Steven.
Siendo estudiante de Bioquímica en la Universidad de Texas – Austin, el P. Steven sintió que algo faltaba en su vida.
“Todo el primer año no pude evitar sentir que algo no estaba bien y que no pertenecía ahí. Tenía amigos que tenían notas decentes en la carrera, pero era algo más profundo”, dijo el P. Steven. “Cuando pedía que Dios me hiciera ver lo que quería, tuve una idea muy clara: la vida religiosa. Luego fue obvio que Dios había colocado Oblatos maravillosos en mi vida para que me mostraran el carisma en acción, cuidando a los pobres y abandonados. Al pensar en convertirme en Oblato me llegó la paz”.
Así que el P. Steven contactó al P. Charles Banks, O.M.I. Director Vocacional de los Oblatos sobre unirse a ellos. La noticia de la decisión se dispersó rápidamente: el Padre Banks llamó al P. Villarreal, quien luego llamó a la mamá del P. Steven. Para cuando el P. Steven regresó a su dormitorio, su mamá estaba al teléfono, feliz con su decisión.
El Padre Steven ingresó al programa de prenoviciado de los Oblatos en Buffalo, Nueva York y estudió filosofía. Después pasó un año de discernimiento acerca de su llamado en el Noviciado Inmaculado Corazón de María. Como escolástico estudió en la Facultad Oblata de Teología (OST por sus siglas en inglés), en San Antonio, Texas.
Mientras estudiaba en OST, el P. Steven realizó su pasantía en la Catedral Inmaculada Concepción en Brownsville, Texas. La catedral fue construida por los Oblatos, quienes han trabajado en ella por décadas.
En la catedral, los feligreses a menudo le comentaban al P. Steven su profundo cariño por un rector anterior, el P. Pasquale Lanese, O.M.I. Cuando fue el momento de que el P. Steven eligiera su Cruz Oblata, una tradición en la que un nuevo Oblato recibe la cruz de uno fallecido, el P. Steven decidió que quería la cruz del P. Lanese, para que fuera un constante recordatorio para estar cerca de la gente con la que trabaja.
En su estancia en Brownsville, el P. Steven también se hizo amigo del Muy Rev. Daniel Flores, Obispo de Brownsville. El Obispo Flores se sintió honrado de aceptar la solicitud del P. Steven de presidir en su ordenación.
Tras ser ordenado, el P. Steven fue asignado como Pastor Asistente en la Parroquia Preciosísima Sangre en Chula Vista, California.
Antes de partir a su primera asignación, el P. Steven se aseguró de agradecer a los Oblatos mayores, quienes le inspiraron en su trayecto. Uno de ellos fue el P. Pat Guidon, O.M.I. quien a los 96 años, estaba celebrando su 70 Aniversario como sacerdote Oblato y recibió la primera bendición del Padre Steven, un momento especial entre el sacerdote Oblato más antiguo y el más joven en San Antonio.
“Mi camino como Oblato siempre ha sido un continuo caminar con Cristo y mis hermanos Oblatos”, dijo el P. Steven, “ellos me han acompañado en todo momento y seguiremos juntos en este sendero”.
Cuando el P. Julito Dela Cruz, O.M.I. se unió a los Misioneros Oblatos, deseaba que su vida fuera una aventura y los Oblatos no lo decepcionaron.
El Padre Julito creció en la parte sur de las Filipinas y no sabía nada acerca de los Oblatos. Un día en la preparatoria llegaron algunos escolásticos Oblatos a la escuela para compartir con los estudiantes sus vocaciones religiosas. Para el P. Julito su visita encendió la chispa de una vida aventurada como sacerdote Misionero Oblato.
Al terminar sus estudios de prenoviciado y noviciado en las Filipinas, el P. Julito tuvo la oportunidad de estudiar en Roma, en el Escolasticado Internacional de los Oblatos y volvió a Filipinas, donde realizó sus votos perpetuos y fue ordenado en 2005.
La primera asignación del Padre Julito fue como sacerdote en una parroquia rural, en la zona montañosa cercana a Cotabato, donde estuvo por tres años. La parroquia tenía una iglesia principal y más de 50 comunidades católicas apartadas y dependientes de ella.
“Necesitabas caminar, usar motocicleta o incluso montar a caballo para ir las comunidades”, dijo el P. Julito. “A menudo nos quedábamos en las casas de las personas”.
El Padre Julito trataba de ir a cada comunidad un par de veces al año y estaba muy ocupado, pues había muchos sacramentos que celebrar en cada visita. Era común bautizar a 50 niños en un solo día.
La siguiente aventura el Padre Julito le llevó a la remota isla de Tabawan, como director de una escuela Oblata, Nuestra Señora de Tabawan. La asignación tenía algo de riesgo.
Tabawan se localiza en una parte de las Filipinas que es mayormente musulmana. En ocasiones los militantes islamistas han tenido como objetivo a los sacerdotes y misioneros en el área. En 2008 el P. Reynaldo Roda, O.M.I., entonces Director de Nuestra Señora de Tabawan, fue secuestrado y asesinado por algunos hombres armados no identificados.
Los Oblatos inauguraron la escuela en Tabawan en 1963 para ayudar a la gente a tener acceso a la educación y como un puente entre los musulmanes y cristianos. Cuando el P. Julito fue Director, normalmente había 350 estudiantes en la escuela y solo seis o siete eran cristianos.
EL P. Julito amaba la vida sin prisa en Tabawan. La gente con la que trabajaba era de un grupo étnico que vivía en casas con columnas sobre el agua. El P. Julito pasó seis años en el lugar, tres de los cuales fue el único Oblato en la misión.
“El tiempo que pasé en Tabawan ha sido lo mejor de mi ministerio hasta ahora. Me encantaba estar ahí”, dijo el P. Julito.
La siguiente asignación del P. Julito fue un gran cambio. En Tabawan tenía alrededor de 20 personas en Misa cada domingo. En su nueva asignación había hasta 20,000 para la Misa dominical.
El Padre Julito fue asignado como Vicario Parroquial en Nuestra Señora de la Gracia en la ciudad de Caloocan, donde hay 2,500 feligreses en nueve Misas dominicales.
Tras un año en la parroquia, el P. Julito fue nombrado Director de la Escuela Nuestra Señora en Manila, que tiene 3,700 estudiantes desde preescolar hasta preparatoria, y 500 empleados.
Después de tres años en la escuela, el P. Julito se dio cuenta que necesitaba ir más lento en sus atareados ministerios, pero en vez de tomar algún tiempo para descansar, decidió participar en un programa de dos años en Estudios Oblatos al otro lado del mundo.
La Cátedra Kusenberger en Estudios Oblatos se localiza en la Facultad Oblata de Teología en San Antonio, Texas y el programa se enfoca en el estudio y expansión de la historia, el carisma, la espiritualidad y la misión de los Oblatos.
Debido a la pandemia de Covid 19, el Padre Julito tomó el primer año del programa en línea y ahora se encuentra en San Antonio por un año para terminarlo.
El Padre Julito es el primer Oblato de Asia en participar en el programa y una vez terminado, podrá ayudar a expandirlo en Asia, para enriquecer las vidas de los Oblatos y asociados laicos en muchos lugares.
Al avanzar en su curso de Estudios Oblatos, el P. Julito a menudo se encuentra con una sencilla declaración del fundador Oblato, San Eugenio de Mazenod: “Hay que intentarlo todo por el Reino de Dios” y siempre ha tomado en serio el mandamiento de intentarlo todo, esperando la siguiente aventura en su camino como Oblato.
P. Louis Studer, O.M.I.
Provincial, Provincia de los Estados Unidos
February 2022
Febrero de 2022
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