Changing Lives In Tijuana
Thanks to the Missionary Oblates and a network of partners and benefactors, the lives of thousands of people are changing for the better every year. Two members of the Oblates’ mission team in Tijuana, B.C., Mexico, Rich Reader and David Rizo, highlight just a few of the people who are being served by the Oblates.
We often visit a family with 11 children. We have been helping the family of Señor Mauro for about a year, but two months after we met them, the mother died of breast cancer. Several of our youth donated blood when she was sick. She did a good job preparing her family, explaining things to children ranging in age from a few months to 17 years old. She told the youngest that they need to be good and they will be with her in Heaven; to the older ones that she is going to a better place and will not be in pain anymore. Some of us attended her funeral where all eleven children dressed in white, at her request, to honor her life in Heaven. Recently we delivered bunk beds to them, thanks to a donation from the Tijuana ministry. The kids were so excited they were all jumping on the bed. We expect several of the littler ones will have fun bunking together the first night. The father led all the children in a prayer of thanks.
Sara is 37 years old and has movement disability because she was a victim of medical negligence at a young age. She is not able to walk, talk, feed or dress herself. Her two adult sisters have taken care of her all her life. One sister, Josefina, does not work in order to take care of her sister. The second sister, Nereida, is married with four children. She babysits her grandchildren and also helps with Sara, so she is not able to work either. So we help out with food and supplies for Sara and her family.
Josefina has been involved in social ministry with the church for ten years and has introduced us to people in need. She also occasionally accompanies us to clean and visit. Nereida has been giving Catechism classes for 15 years. What a beautiful example of giving unselfishly these sisters are to us all.
This is Anuel and his mother Jazmin. Anuel is 2 years old and has leukemia. The family discovered it when he was 7 months old. He receives chemotherapy. He also has a condition called microtia, which is a deformity of the ear that can affect one’s ability to hear. It is sometimes possible to correct this with surgery. We have been helping the family for about six months with food, diapers and medicines. There are ten people living in the house and the only breadwinner is the father, Pedro. When we first visited the family, Pedro had gotten injured in a work-related accident when a refrigerator fell on his hands, rendering him temporarily unable to work. Pedro is now back at work repairing refrigeration units for local convenience stores.
This is Oscar, who is studying to be a dentist thanks to his generous benefactors. To be a dentist you should have a good smile. He’ll make a good dentist. Oscar plays and teaches guitar and helps with the choir. “Helping people has made me see things differently. I am willing to stay up late and sacrifice to obtain my degree. I have gone through a lot to get to this point in my life. It has not been easy, but thank God, I have my church family.” He hopes to change a culture that doesn’t pay enough attention to dentistry.
Cambiando Vidas En Tijuana
Gracias a los Misioneros Oblatos y a una red de socios y benefactores, las vidas de miles de personas están mejorando cada año. Dos miembros del equipo de misión de los Oblatos en Tijuana, B.C., México, Rich Reader y David Rizo, destacan a solo algunas de las personas con las que trabajan los Oblatos.
A menudo visitamos a la familia del señor Mauro, con 11 hijos, a quienes hemos ayudado por casi un año. Dos meses después de conocerlos, la mamá falleció por cáncer de mama. Varios de nuestros jóvenes donaron sangre cuando estaba enferma. La señora preparó bien a su familia, explicándoles cosas a los niños, que van de algunos meses a los 17 años. Al más pequeño le pidió portarse bien para que esté con ella en el Cielo; a los mayores les dijo que iba a un lugar mejor y que ya no sufriría. Algunos estuvimos en su funeral y los 11 niños vistieron de blanco, como ella les pidió, para honrar su vida en el Cielo. Hace poco les llevamos literas, gracias a una donación del ministerio en Tijuana. Los niños estaban tan emocionados que saltaban en las camas. Esperamos que los más pequeños se divirtieran durmiendo juntos la primera noche. Los niños dijeron una oración de agradecimiento, dirigida por su papá.
Sara tiene 37 años y tiene incapacidad de movilidad debido a negligencia médica en una cirugía cuando era pequeña. No puede caminar, hablar, comer ni vestirse sola. Sus dos hermanas mayores la han cuidado toda su vida. Una de ellas, Josefina, no trabaja para poder cuidar a su hermana. La segunda hermana, Nereida, está casada y tiene cuatro hijos. Cuida a sus nietos y ayuda con Sara, por lo que tampoco puede trabajar. Nuestra ayuda a Sara y su familia es con alimentos y suministros.
Josefina ha participado diez años en el ministerio social de la iglesia y nos ha presentado a personas necesitadas. Ocasionalmente nos acompaña en las visitas y para hacer limpieza. Nereida ha dado clases de Catecismo por 15 años. Un hermoso ejemplo para nosotros de estas hermanas de lo que es dar desinteresadamente.
Él es Anuel y Jazmín, su mamá. Anuel tiene dos años de edad y tiene leucemia. Su familia lo descubrió cuando tenía 7 meses de edad y ahora está en tratamiento de quimioterapia. También tiene un problema llamado microtia, una deformidad de la oreja que puede afectar el oír. A veces es posible corregirlo con cirugía. Hemos ayudado a la familia por aproximadamente seis meses con alimentos, pañales y medicinas. En la casa viven diez personas y el único que sostiene a la familia es Pedro. Cuando visitamos a la familia por primera vez, Pedro se había lastimado en el trabajo cuando un refrigerador le cayó en las manos y no podía trabajar. Ahora está de vuelta en su trabajo reparando refrigeradores para tiendas de conveniencia.
Oscar estudia para ser odontólogo, gracias a la generosidad de los benefactores. Para ser dentista hay que tener una bonita sonrisa y él será un buen dentista. Oscar toca y enseña a tocar la guitarra y ayuda en el coro. “Al ayudar a la gente veo las cosas de forma diferente. Estoy dispuesto a desvelarme y hacer sacrificios para terminar mi carrera. He tenido que pasar por muchas cosas para llegar a este punto en mi vida. No ha sido fácil, pero gracias a Dios tengo a mi familia en la iglesia.” Oscar espera cambiar en algo la cultura que no pone mucha atención a la odontología.
June 2020
Junio de 2020
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Inside
A Ministry That Grew Out Of The Mud
The Faith Blooms In The Desert
Oblate Co-Missionaries –
Lisa Scaglione and Paul Thacker
My Vocation Story –
Fr. Bill O’Donnell, O.M.I.