October 2018
Octubre de 2018
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Inside
From the Provincial Fr. Louis Studer, O. M. I.
150 Years in Lowell, Massachusetts
The Bearer of St. Eurgene’s Mission Cross
Oblates Minister to War Refugees in Cameroon
Celebrating the 50th Jubilee Year in India
Oblate Galilee Farm Helps Rural Poor in the Philippines
Father Johan Finney, O.M.I. shares photos from his mission station in Bangledesh
Oblate Jubilarian – Fr. Sherman Wall, O.M.I. 60 Years of Priesthood
Newest Cardinal is Part of Oblate Family
Oblates Preserving Hmong Culture in Minnesota
Oblate Crossings
Donor Highlight – Sally Gomez-Jung
Finding Happiness Among the Oblates
Years of Oblate Vocation
On the Path To Sainthood Fr. Louis Leroy, O.M.I.
In December 2016, Fr. Louis Leroy, O.M.I. was declared Blessed by the Catholic Church, a major step on the path to sainthood. Father Leroy was one of six Oblate priests that were beatified for their martyrdom as missionaries in Laos. His missionary journey was filled with great faith, courage and ultimately the greatest sacrifice.
Father Louis Leroy, O.M.I. was born in 1923 in rural France. His father died when he was nine years old and shortly afterwards Louis stopped attending school to work on the family farm. While working the fields, the young man dreamed of a life far away from the French countryside.
“Before I even knew the Oblates the missions in Asia attracted me, and I wanted to leave my work as a farmer for these missions,” said Fr. Leroy.
After a few years of military service, he focused his attention on missionary life and joined the Missionary Oblates. He was ordained in 1952 and wrote to the Oblate Superior General about his desire to be a foreign missionary.
“The difficulties the Laos mission has had and perhaps will have again have only increased my desire for this country. I would be very happy to receive my obedience for Laos if you feel it is good to send me there.”
Father Leroy got his wish. Less than a year after his ordination he was on a boat headed for Laos. He was assigned to some of the most isolated and inaccessible parts of the country, walking as much as 2,000 miles a year to find the poorest of the poor.
“I am alone in a sector that has six villages, each with its chapel where worship is taking place,” Fr. Leroy wrote in his diary. “For some villages, just to get there, one has to walk for five hours, carrying a backpack on paths that go up and come down very abruptly.”
Father Leroy also wrote about the vastness of his work. “I’m very happy with my hard but splendid missionary life. I have a lot of work to do. During the past year I have distributed more than 4,000 communions, heard more than 2,000 confessions, 19 baptisms; this number will be much higher next year as currently I am instructing 70 catechumens.”
In addition to caring for the spiritual needs of the poor, Fr. Leroy also cared for their physical needs. He provided basic medical care for the sick and injured in places where there were no doctors or nurses.
Father Leroy’s spiritual and humanitarian efforts were not welcomed by the Communists who were taking control of the country. He and the other Oblates became targets of Communist guerillas and they knew their lives were in danger. Still, they refused to leave their flock.
On April 18, 1961, Fr. Leroy was praying in his poor church. A detachment of guerilla soldiers came looking for him. He knew this was his final departure. Father Leroy asked for permission to put on his cassock, put his cross on and with his breviary under his arm said good-bye and followed the soldiers into the forest.
According to a witness, Fr. Leroy was interrogated, beaten and his face burned until it was disfigured. He was then shot. Some of the last words that he spoke before his martyrdom were simply stated in a calm voice, “I am ready to die for the Lord.”
En Camino a la Santidad Louis Leroy, O.M.I.
En diciembre de 2016, la Iglesia declaró Beato al Padre Louis Leroy, O.M.I., un gran paso hacia la santidad. El Padre Leroy fue uno de los seis sacerdotes Oblatos beatificados por su martirio como misioneros en Laos. Su camino como misionero estuvo lleno de fe, valor y al final, el mayor sacrificio.
El Padre Louis Leroy, O.M.I. nació en la parte rural de Francia, en 1923. Su padre murió cuando él tenía nueve años y poco después Louis dejó la escuela para trabajar en la granja familiar. Mientras trabajaba en el campo, el joven soñaba con una vida lejos de la campiña francesa.
“Incluso antes de conocer a los Oblatos, me atraían las misiones en Asia y deseaba dejar mi trabajo como granjero para ir a ellas”, decía el P. Leroy.
Tras algunos años en el servicio militar, enfocó su atención en la vida misionera y se unió a los Misioneros Oblatos. Fue ordenado en 1952 y escribió al Superior General Oblato acerca de su deseo de ser misionero en el extranjero.
“Las dificultades que la misión en Laos ha enfrentado y tal vez tenga de nuevo, solo ha acrecentado mi deseo de ir. Me haría muy feliz recibir mi obediencia para Laos, si considera bien enviarme allí”.
El Padre Leroy obtuvo su deseo. Se embarcó hacia Laos menos de un año después de su ordenación y fue asignado a algunas de las partes más aisladas e inaccesibles del país, debiendo caminar hasta cerca de 3,200 km al año para llegar a los más pobres de los pobres.
“Me encuentro solo en un sector con seis aldeas, cada una con su capilla para culto”, escribió el P. Leroy en su diario. “Para llegar a algunas aldeas hay que caminar cinco horas, llevando una mochila, por abruptos caminos que suben y bajan”.
El Padre Leroy también escribió sobre lo vasto de su ministerio. “Me encuentro feliz con mi difícil pero espléndida vida misionera. Tengo mucho trabajo que hacer. En el último año di más de 4,000 comuniones, escuché más de 2,000 confesiones, 19 bautismos; y será mucho mayor el año próximo, pues en este momento estoy instruyendo a más de 70 catecúmenos”.
Además de atender las necesidades espirituales de los pobres, el P. Leroy también se encargaba de las físicas, dando atención médica básica a los enfermos y heridos donde no había doctores ni enfermeras.
El esfuerzo espiritual y humanitario del Padre Leroy no fue bienvenido por los Comunistas que tenían el control del país. Él y los demás Oblatos se convirtieron en objetivos de las guerrillas comunistas y sabían que sus vidas estaban en peligro. Aun así, se rehusaron a dejar a sus rebaños.
El 18 de abril de 1961, el P. Leroy se encontraba en su humilde iglesia rezando, cuando un destacamento de la guerrilla llegó buscándolo. Sabiendo que sería su último viaje, el Padre Leroy pidió se le dejara vestir su sotana y colocando su cruz y llevando su breviario bajo el brazo, se despidió y siguió a los soldados hacia el bosque.
Según un testigo, el P. Leroy fue interrogado, golpeado y su cara quemada hasta quedar desfigurada. Luego recibió un tiro. Algunas de las últimas palabras que dijo en su martirio, fueron dichas con una voz calmada, “Estoy listo para morir por el Señor”.