October 2018
Octubre de 2018
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Inside
From the Provincial Fr. Louis Studer, O. M. I.
150 Years in Lowell, Massachusetts
The Bearer of St. Eurgene’s Mission Cross
Oblates Minister to War Refugees in Cameroon
Celebrating the 50th Jubilee Year in India
Oblate Galilee Farm Helps Rural Poor in the Philippines
Father Johan Finney, O.M.I. shares photos from his mission station in Bangledesh
Oblate Jubilarian – Fr. Sherman Wall, O.M.I. 60 Years of Priesthood
Newest Cardinal is Part of Oblate Family
Oblates Preserving Hmong Culture in Minnesota
Oblate Crossings
Donor Highlight – Sally Gomez-Jung
Finding Happiness Among the Oblates
Years of Oblate Vocation
The Future “Priest of the Refugees”
For six years during his childhood, Henry Zayamoe lived in a bamboo hut at a refugee camp in Thailand. The one room hut had a small kitchen and little else. Henry, along with his mom, dad and five siblings, slept on a row of bamboo stretched along the dirt floor. Occasionally he would have to go into the jungle and cut down some bamboo when the hut was falling apart.
It was the most difficult time of Henry’s life, and also the most inspirational.
“There was a small chapel in the camp and about once a month there would be a priest who came to say Mass,” said Henry. “It was in the camp that I really started thinking about becoming a priest. I wanted to be the person that filled the gap when a priest wasn’t available.”
Henry is currently discerning a calling to the priesthood at the Missionary Oblates’ pre-novitiate in Buffalo, New York. His journey has already taken him on an incredible journey of perseverance, discovery and faith.
“Someday I want to be the ‘priest of the refugees,’ just like I had once been a refugee,” said Henry.
Henry was born in Burma (currently Myanmar) in 1993 into a farming family. He was raised Catholic in a country where less than 1% of the people are Christian. His family was persecuted by the government because of their Catholic faith and his father’s political views.
When Henry was 13, his family left everything behind and slipped into Thailand, eventually finding safety in a refugee camp. Henry had to grow up fast, helping to take care of his five younger brothers and sisters. Most days Henry and his family ate rice and beans that arrived in the camp from the United Nations and Russia.
In 2013 the Zayamoe family was allowed to immigrate to the United States, settling in Buffalo, New York. The first thing Henry noticed in his new homeland was the weather. He saw snow for the first time, but that excitement soon disappeared as Buffalo received 130 inches of snow that winter. The snow wasn’t the only thing that puzzled the young immigrant. Henry jokes that he also got lost a lot during the first year because he couldn’t read street signs.
Henry’s dad found work at a warehouse and his mom as a dishwasher. His brothers and sisters started to attend school. Henry was too old for high school so he took English as a Second Language classes and eventually earned a G.E.D.
Buffalo is a mission center for the Oblates and much of the Oblate work there is focused on the needs of immigrants. The Zayamoe family began attending an Oblate parish, Our Lady of Hope. Many of the parishioners are Burmese and Henry became active in assisting other refugee families get accustomed to life in the United States.
While at Our Lady of Hope, Henry’s calling to religious life became even stronger. He joined the Oblates’ pre-novitiate program in Buffalo where he has one more year left of study and discerning before continuing on to the next step of formation.
If all goes as planned, Henry will become an Oblate priest in about six years. For most young men, that may seem like an eternity. But for someone who spent six years living in a refugee camp, six years can take place in a flash.
“The Oblates helped me and my family when we were new to a country,” said Henry. “I would love to help other refugees one day as an Oblate priest.”
El Futuro “Sacerdote de los Refugiados”
Durante su infancia, Henry Zayamoe vivió seis años en una choza de bambú en un campo de refugiados en Tailandia. La choza de una habitación tenía una pequeña cocina. Junto con su mamá, papá y cinco hermanos, Henry dormía sobre una tarima de bambú en el piso de tierra. De vez en cuando, debía ir a jungla para reponer el bambú desgastado.
Fue el período más difícil en la vida de Henry, pero también el de mayor inspiración.
“Había una pequeña capilla en el campo y más o menos una vez al mes llegaba un sacerdote para oficiar Misa”, comentó Henry. “Fue ahí donde realmente comencé a pensar en convertirme en sacerdote. Deseaba ser quien llenara el hueco cuando no hubiera uno disponible”.
Actualmente Henry está discerniendo el llamado al sacerdocio en el pre-noviciado de los Misioneros Oblatos en Buffalo, New York. Su camino ya lo ha llevado por un trayecto increíble de perseverancia, descubrimiento y fe.
“Deseo algún día ser el ‘sacerdote de los refugiados,’ como algún día fui refugiado yo,” dijo Henry.
Henry nació en Birmania (actualmente Myanmar) en 1993, en una familia de granjeros. Fue criado como católico, en un país donde menos del 1% de la población es cristiana. Su familia fue perseguida por el gobierno debido a su religión católica y a los puntos de vista políticos de su padre.
Cuando Henry tenía 13 años, su familia dejó todo y huyó a Tailandia, encontrando seguridad en un campo de refugiados. Henry tuvo que madurar rápido, ayudando a cuidar de sus cinco hermanos menores. La mayoría de los días Henry y su familia solo comía arroz y frijoles que las Naciones Unidas y Rusia entregaban en el campo.
En 2013, se permitió a la familia Zayamoe emigrar a los Estados Unidos, estableciéndose en Buffalo, New York. Lo primero que Henry notó en su nuevo país fue el clima. Vio nieve por primera vez, pero la emoción pronto desapareció, cuando hubo más de 30 metros de nieve ese invierno. La nieve no fue lo único que intrigó al joven inmigrante. Henry bromea que también se perdió durante su primer año, pues no podía leer los nombres de las calles.
El padre de Henry encontró trabajo en una bodega y su mamá como lavaplatos. Sus hermanos y hermanas comenzaron a ir a la escuela. Henry era ya demasiado grande para ir a la secundaria, por lo que tomó clases de inglés como segundo Idioma, obteniendo su certificado.
Buffalo es un centro de misión de los Oblatos y mucho de su trabajo ahí se enfoca a las necesidades de los inmigrantes. La familia Zayamoe comenzó a asistir a la parroquia Oblata Nuestra Señora de la Esperanza. Muchos de los feligreses son birmanos y Henry comenzó a ayudar a otras familias de refugiados a adaptarse a la vida en los Estados Unidos.
Estando en Nuestra Señora de la Esperanza, se hizo más fuerte el llamado a la vida religiosa para Henry. Ingresó al programa de pre-noviciado de los Oblatos, en el que le queda un año más de estudio y discernimiento, antes del siguiente paso de formación.
Si todo va según lo planeado, Henry sería sacerdote Oblato en seis años. Para la mayoría de los jóvenes puede parecer una eternidad, pero para alguien que pasó seis años viviendo en un campo de refugiados, este tiempo puede irse en un instante.
“Los Oblatos nos ayudaron a mí y a mi familia cuando recién llegamos al país,” dijo Henry. “Me encantaría algún día ayudar a otros refugiados, como sacerdote Oblato.”