Message From A Friend
Katie Daggar recently wrote a letter to the Missionary Oblates to let them know how important they have been in her life. She agreed to share this letter hoping that it will inspire others to participate more fully in the Oblate family.
I want to let you know that I am praying for the Missionary Oblates. I know of all the wonderful things you do in the world with your missionary work. The little bit I can give isn’t enough to show how much I appreciate all the Oblates have done for me in my life. I want to be able to give the little I have to help you so I can help others like me whose life was changed by the good you all have done.
I grew up in a small town in Minnesota where we had Oblate priests in our parish. I was blessed with a strong faith ever since I was very young. I went to Mass daily with my mom. In 1984, when I was 13, we had an Oblate priest join our parish because our other priest retired. That priest was Fr. Donald Dietz, O.M.I. He was only at our parish for the summer but made a great impact on my life.
Father Dietz gave me a Divine Office prayer book. On the inside he wrote: “Katie always be convinced of Jesus’ love and care for you. He is your friend above all others.” When Fr. Dietz got back to Washington, D.C. he wrote to me and sent the rest of the set of Divine Office books. Today, more than 30 years later, I still have the whole set he gave me. It took me until I was an adult to figure out how important these books are to me and I try to pray with them every day. I think and pray for Fr. Dietz often.
The next priest we had at the parish was Fr. Frank Ryan, O.M.I. I was still going to Mass daily before school. In 1996 my parents divorced and the rest of my family quit going to church. I was the only one that was going. I went to Mass every day and sometimes I would look down the pews and no one was there. I would cry. Father Ryan would always talk to me after and tell me how much God loved me and to keep coming back. One winter I only had on an old jean jacket and it was cold out. Father Ryan bought me a long winter coat from the Sears catalog. He gave it to the parish women to give to me. They later told me he bought it. I still think of Fr. Ryan and pray for him.
From a young age I suffered with depression. I drank and was homeless at times, also in and out of psychiatric hospitals. In 2006 I went to a Chrism Mass and at the back of the cathedral I met a priest from my hometown parish, Fr. Al Henger, O.M.I. We talked a little and later became friends. I would help him with his computer and eventually he gave me a job in the parish. Often times I didn’t have enough money for my medications and gas to get to my doctor appointments. He was always helping me out, finding me rides and making sure I had my medications. He counseled me when I was suicidal. I went to Confessions with him and he prayed with me. He was there for me in my good times and bad. He has now passed on but I think of him too and pray for him.
Today I am blessed to have my prayer life back again. I go to Mass as much as I can and I am a part-time sacristan. The depression isn’t totally gone. I still have some bad days, but I found a new therapist and I am doing well. Recently I found your literature on Facebook and have been following it. I love your e-Books and your Sacred Fire book arrived in the mail today.
My life is really changing for the better, and a big part of it is because of the Missionary Oblates that God put into my life. I thank all of the Oblates out there spreading the Good News of Jesus’ loving forgiveness, mercy and the great love God has for us with Mary as a guide. The Missionary Oblates will always be in my prayers and heart.
Mensaje De una Amiga
Recientemente Katie Daggar dirigió una carta a los Misioneros Oblatos para comentarles cuán importantes han sido en su vida. Aceptó que compartamos su carta, esperando que inspire a otros a participar más plenamente en la familia Oblata.
Deseo hacerles saber que pido por los Misioneros Oblatos, pues sé todas las cosas maravillosas que realizan en todo el mundo a través de su tarea misionera. Lo poco que puedo aportar no es suficiente para demostrar cuánto aprecio todo lo que los Oblatos han hecho por mí durante mi vida. Deseo poder dar lo poco que tengo para ayudarles a dar ayuda a otros como yo, cuya vida ha cambiado por todo el bien que han hecho.
Crecí en un pequeño pueblo en Minnesota y los sacerdotes de nuestra parroquia eran Oblatos. Tuve la bendición de tener una fe profunda desde que era muy pequeña e iba a Misa con mi mamá todos los días. En 1984, a los 13 años, llegó un sacerdote Oblato a nuestra parroquia, pues el anterior se había retirado. El P. Donald Dietz, O.M.I. solo estuvo en nuestra parroquia ese verano, pero dejó una gran huella en mi vida.
El Padre Dietz me dio el libro de oraciones del Oficio Divino y escribió en él: “Katie, siempre ten la convicción del amor y el cuidado de Jesús por ti. Él es tu amigo, por sobre todos los demás.” Cuando el P. Dietz volvió a Washington, D.C. me escribió y envió el resto de los libros del Oficio Divino. Hoy, más de 30 años después, aun conservo todos los que me dio. Hasta que fui adulta pude darme cuenta de la importancia de estos libros para mi y trato de rezar con ellos todos los días, recordando a menudo y pidiendo por el P. Dietz.
El siguiente sacerdote en nuestra parroquia fue el P. Frank Ryan, O.M.I. y yo seguía asistiendo a Misa todos los días antes de ir a la escuela. En 1996 mis padres se divorciaron y el resto de mi familia dejó de ir a la iglesia, excepto yo. Seguía yendo a Misa todos los días y a veces al voltear a ver, no había nadie y eso me hacía llorar. El Padre Ryan siempre hablaba conmigo y me decía cuánto me amaba Dios por seguir viniendo. Un invierno solo tenía una vieja chamarra de mezclilla y hacía frío. El Padre Ryan me compró un abrigo largo del catálogo de Sears y les pidió a las señoras de la parroquia que me lo entregaran. Más adelante supe que él lo había comprado. Aun recuerdo al P. Ryan y pido por él.
Desde muy joven sufrí de depresión. Bebía y en ocasiones me encontré sin hogar, además de ingresar y salir de hospitales psiquiátricos. En 2006 fui a una Misa Crismal y atrás de la catedral conocí a un sacerdote de la parroquia de mi ciudad, el P. Al Henger, O.M.I. Platicamos un rato y después nos hicimos amigos. A veces le ayudaba con su computadora y con el tiempo me dio un empleo en la parroquia. A menudo no tenía suficiente dinero para mis medicamentos y gasolina para ir a mis citas médicas. Él siempre me ayudaba buscando quien me llevara y asegurándose que tuviera mis medicamentos. Me daba consejo en una época en que pensaba en el suicidio. Me confesaba con él y él rezaba conmigo. Siempre me apoyó en mis épocas malas y buenas. Ya falleció, pero también le recuerdo y pido por él.
Actualmente tengo la bendición de tener mi vida de oración nuevamente. Voy a Misa tanto como puedo y soy sacristán de medio tiempo. Aunque la depresión no se ha ido por completo, aun tengo algunos días malos pero encontré un nuevo terapeuta y estoy bien. Recientemente encontré su literatura en Facebook y he estado siguiéndola. Me encantan sus e-Books y hoy recibí por correo su libro Sacred Fire.
Mi vida realmente está mejorando y una gran parte de ello es por los Misioneros Oblatos que Dios puso en mi camino. Agradezco a todos ustedes que llevan las Buenas Nuevas del amoroso perdón de Jesús, de misericordia y del gran amor que Dios tiene por nosotros, con María como guía. Los Misioneros Oblatos siempre estarán en mi corazón y mis oraciones.
October 2020
Octubre de 2020
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