My Vocation Story — Fr.  George Knab,  O.M.I. - Missionary Association Of Mary Immaculate USA

My Vocation Story — Fr. George Knab,  O.M.I.

I was born the first of eight children to parents who were also first-born children. So I guess you could say I was geared to be an overachiever. My family was a family of faith and we lived close to our Catholic Church in Buffalo, New York. As I was growing up I was thinking about what I could do best with my life. And I thought I could do no better than to help people get to Heaven. Being in a Catholic environment I figured I could do that best by becoming a priest.

As I continued to go through grade school, the desire to become a priest grew. I was ready to go to the high school seminary but my parents thought I should go to a regular high school instead. So they sent me to Bishop Fallon High School where the Missionary Oblates taught. Here I got to know the Oblates. I liked their camaraderie and the fact that they had a variety of ministries. After high school I decided to go to Our Lady of Hope Seminary in Newburgh, New York to become an Oblate priest.

During my formation, I became all the more convinced of my vocation. As novices we were encouraged to pray twice a day through meditation and contemplation. My practice each afternoon was to count my blessings: faith, family, friends, good health, good food, etc. This daily count was becoming a tedious litany. One afternoon it was no longer tedious. It seemed as if I had broken through my list to the source of all blessings and I was tasting the sweetness of God’s presence.

At that moment I was convinced I could be happy as a priest. I knew that for an Oblate, chastity, poverty and obedience were the rule. I couldn’t get married, I couldn’t own anything and I couldn’t do as I pleased. But right there in chapel without the pleasure of sex, without a penny in my pocket, and simply doing what I was told I was taking great delight in the goodness of God.

Closeness to God through Christ in the Holy Spirit carried me to ordination in 1967 and continues today. I have been a priest for 53 years with an emphasis now on preaching the Gospel. Preaching the Good News is at the forefront of what it is to be an Oblate. My heart is filled with gratitude to the Oblates for helping me help others follow the path that leads to Heaven.

Historia de Mi Vocación — P. George Knab , O.M.I.

Fui el primogénito de ocho hijos de padres que a su vez fueron primogénitos, por lo que creo puedo decir que estaba encaminado a ser sobresaliente. Mi familia es religiosa y vivíamos cerca de nuestra iglesia católica en Buffalo, Nueva York. Al crecer pensaba en qué sería lo mejor para mi vida, creyendo que sería ayudar a la gente a llegar al Cielo. Al estar en un ambiente católico, me di cuenta de que podría hacerlo convirtiéndome en sacerdote.

Mientras estudiaba el deseo de hacerme sacerdote se acentuó y cuando estaba por entrar a la preparatoria sentí estar listo para ir al seminario, pero mis padres creyeron que debía ir a una preparatoria regular en vez de ello. Así que me enviaron a la Preparatoria Obispo Fallon, a cargo de los Misioneros Oblatos, a quienes llegué a conocer. Me gustaba su camaradería y que tenían una variedad de ministerios. Al terminar la preparatoria decidí ir al Seminario Nuestra Señora de la Esperanza en Newburgh, Nueva York, para convertirme en sacerdote Oblato.

Durante mi formación me convencí cada vez más de mi vocación. Como novicios, nos alentaban a rezar dos veces al día a través de la meditación y la contemplación. Cada tarde mi práctica se enfocaba a agradecer mis bendiciones: mi fe, familia, amigos, buena salud, buena alimentación, etc. aunque la letanía se volvía un tanto tediosa. Una tarde dejó de ser tediosa: pasé de mi lista a la fuente de todas las bendiciones y me encontré saboreando la dulzura de la presencia de Dios.

En ese momento me convencí de que podía ser feliz como sacerdote. Sabía que como Oblato la regla implica castidad, pobreza y obediencia. No me podría casar, no podría tener posesiones ni hacer lo que quisiera. Pero ahí, en la capilla, sin el placer del sexo, sin un centavo en mi bolsa y con solo hacer lo que me dijeran, sentí un gran deleite en la bondad de Dios.

La cercanía con Dios a través de Cristo en el Espíritu Santo me llevó a mi ordenación en 1967 y continúa hoy en día. He sido sacerdote por 53 años, con énfasis en predicar el Evangelio. Predicar las Buenas Nuevas es lo principal de ser Oblato. Mi corazón está lleno de gratitud a los Oblatos por ayudarme a ayudar a otros a seguir el camino que los lleva al Cielo.

Oblate World October magazine
October 2020
Octubre de 2020
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