Instantáneas de la Misión de Tijuana

Es la primera vez en 20 años que tienen un techo digno

Rosario Luna es una señora de 66 años que vive con su hijo de 38 años. Rosario gana un poco de dinero vendiendo comida afuera de su casa los fines de semana. Siempre debe estar preocupada por las caídas porque si se rompiera algo la curación se complicaría por su diabetes. La diabetes también ha afectado su visión.

Rosario solía recibir ayuda del gobierno para comprar sus medicamentos, pero desde el cambio en los programas gubernamentales, ya no sabe cómo conseguir esa ayuda. En consecuencia, ha tenido que pagar sus medicamentos, lo que supone una gran carga para ella. 

Rosario ha ayudado en la parroquia durante los últimos ocho años, limpiando y ayudando a servir en otras capacidades. Sin embargo, cuando llegó el Covid-19, la parroquia, preocupada por su salud, le pidió que se quedara en casa. Ella no quiso, pero lo aceptó, aunque probablemente era una bendición dada su disminución de la vista y el peligro de caminar.

El programa parroquial de los Oblatos de María Inmaculada recibe donaciones específicamente para poner techos en casas deterioradas. Desde que recibió un techo recientemente, Rosario dice que es la primera vez en 20 años que tienen un techo decente y no tiene el fuerte ruido de la lluvia, las lonas agitadas por el viento y los baldes para tapar las goteras. Ahora duerme mucho más tranquila y siente que eso está ayudando a su nivel de energía.

Invitando a Dios a su matrimonio

Félix es un hombre de 29 años que recientemente se casó con la madre de sus tres hijos luego de nueve años de convivencia. Su esposa trabaja en una fábrica que gana $100 a la semana y de eso vive la familia.

Félix tiene una enfermedad renal que le obliga a viajar para recibir tratamiento tres veces por semana durante los últimos siete años. Su esposa solicitó donar uno de sus riñones a Félix. Hasta ahora, las pruebas parecen positivas y están trabajando en el papeleo y necesitan conseguir donantes de sangre para ayudar con el costo. La parroquia oblata ayuda siendo el lugar donde los jóvenes acuden a donar sangre para ayudar a la familia. Félix recuerda que estaba enojado porque Dios le preguntó: “¿Por qué a mí?” cuando le diagnosticaron por primera vez.

Félix dice que su pequeña de dos años lo motiva a seguir adelante y tratar de recuperarse de su enfermedad porque quiere verla siempre sonriendo. La familia ha estado viniendo a la iglesia. Los ministros sociales de la iglesia los animaron a casarse.

El padre Lucio Castillo, OMI, los ayudó con las charlas prematrimoniales. Les gustó mucho escuchar que invitar a Dios a su matrimonio cambiaría las cosas. También les gustó la atención que la iglesia les estaba brindando a su familia. Dada la urgencia de la situación, el P. Lucio pudo facilitar el camino hacia el matrimonio y la comunidad de la iglesia alquiló un esmoquin para Félix y compró un vestido modesto para su esposa. Otra persona donó una tarta y una pequeña recepción.

Hoy en día la gente visita a la familia y les lleva pañales, medicinas y otros suministros. No es mucho, pero es muy bienvenido.

Un ángel muy especial

Ángel Roberto nació el 13 de junio de 2013 y tiene síndrome de Down. Es un niño muy activo al que le gusta comer pizza y escuchar música.

Sus padres se conocieron en Jalisco y decidieron migrar a Tijuana para tener una mejor calidad de vida.

Poco tiempo después nació Ángel. Desde entonces su familia ha enfrentado muchos desafíos. Su diagnóstico requirió terapia, consultas y chequeos constantes, todo lo cual resultó muy costoso para su familia, pero Ángel fue una fuerte motivación para seguir adelante.

El padre de Ángel trabaja en la construcción y barriendo calles ganando el salario mínimo, y su madre trabaja en el mercadillo. Cuando nació la hermana menor de Ángel, su madre decidió quedarse en casa para cuidar de Ángel y del nuevo bebé.

Ángel empezó la escuela cuando tenía 5 años, pero estaba muy lejos de su casa. Los padres de Ángel conocieron nuestro programa Transformando Vidas Con CARES, un programa educativo para niños con necesidades especiales, y decidieron inscribirlo allí porque estaba más cerca de casa. Más importante aún, creían que Ángel obtendría atención y educación de calidad de los profesores. La mamá de Ángel nos dice: “Ángel ha tenido mucho crecimiento desde que se unió al programa de educación especial con los Oblatos, es mucho más obediente, ordenado y puede hacerse cargo de las responsabilidades en el hogar”.

La casa de Ángel no está en buenas condiciones. Todos viven en una habitación individual, que mide 9 pies por 12 pies, que también es su sala de estar. Su baño se encuentra en un estado que no les permite ducharse ni satisfacer sus necesidades básicas. Por ello, un grupo de voluntarios ha comenzado a recaudar fondos para iniciar la construcción de una nueva habitación y baño para la familia de Ángel. Ángel es un niño muy especial y queremos poder hacer de su hogar un lugar especial para él y su familia.